Sincronicemos los latidos con la boca.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Te odio, te odio mucho.

Ante todo quiero que tengas en cuenta que esta es de las pocas veces que te diré algo "bonito".
Eres genial, esto es así. Que en poco tiempo hayas conseguido que seas de las primeras personas en las que piense cuando estoy mal es digno de admirar. Vales mucho, y me haces ver que valgo. Y eso, eso es muy grande...
Odio que me conozcas tanto, a veces pienso que me conoces más que yo a mí misma, y a veces pienso que puedo llegar a ser vulnerable por eso, pero no, porque confío en que, me conoces, y quieres lo mejor para mí.
Gracias, gracias por aguantar mis bajones repentinos, porque en cuanto notas en mí algo distinto, que algo no va bien... el teléfono ya está sonando con tu número en la pantalla. Me haces ver que a veces lo estoy haciendo bien, y otras muchas me estoy equivocando como si fuese retrasada. Por eso te doy las gracias...
Te quiero, y para mí el "te quiero" vale más que cualquier cosa. Si lo digo, es que realmente lo siento. Has conseguido que te quiera como quiero a pocas personas.
Gracias Patry.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Al igual que el tono de una llamada en espera resonando en tu cerebro, la perspectiva de reconciliarte con tu ex, requiere, a menudo, dejar en espera tu ira, tu decepción, a veces, incluso tu buen juicio, para atender a la llamada del corazón. Que ésta sea la persona correcta o un número equivocado es difícil de saber si no descuelgas...

domingo, 9 de septiembre de 2012

Oportunidad perdida.

No se echa en falta lo que nunca se ha tenido, pero echamos mucho de menos lo que tuvimos a nuestro alcance. Y lo que más echamos de menos es lo que teníamos. Aunque esperamos y rezamos porque nuestras relaciones, nuestro aspecto y nuestra vida mejoren, cuanto más se tiene más es lo que puedes perder.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Vidas pasadas.

Existen muchas clases de fantasmas, no todos sobrenaturales. Desde los álbumes de fotos a las cartas de amor, el recuerdo de elecciones erradas, promesas incumplidas, amores perdidos y sueños rotos pueden, en ocasiones rondarle a uno durante mucho más tiempo que el relumbre de satisfacción de nuestros mayores logros. Qué duda cabe que el más terrible de los acechos es al que nos someten nuestros propios fantasmas.